El trabajo elaborado por Jiménez estudia reformas judiciales impulsadas por los que considera poderes ejecutivos populistas que terminan debilitando la independencia de los jueces y el estado de derecho, con lo cual se abre el camino a la erosión de las instituciones democráticas.

El punto de partida de la investigación fue la reforma judicial de 2009 en Bolivia, la cual puso en evidencia que ciertas reformas que aspiran a democratizar instituciones pueden resultar contraproducentes en contextos de extrema polarización, aumentando la desconfianza en los tribunales y, al mismo tiempo, la influencia del poder ejecutivo sobre las decisiones de los jueces.

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