Yusbell Arcaya, una analista de recursos humanos que trabaja desde hace 19 años en una universidad en el occidente de Venezuela recibía un sueldo siete veces superior al salario mínimo hasta hace pocas semanas.

Pero cuando el presidente del país, Nicolás Maduro, ordenó aumentar 60 veces el sueldo base en septiembre, obreros, profesionales, profesores con doctorados y secretarias de esa nación petrolera pasaron a cobrar el mismo sueldo: el mínimo.

“Este mes que está corriendo todos estamos ganando 1.800 bolívares”, apuntó Arcaya, una profesional que ha pasado la mayoría de sus 39 años en la Universidad Pedagógica Experimental. Es el nuevo sueldo mínimo, equivalente a 30 dólares mensuales a la tasa de cambio oficial.

“Estoy ganando igual que la muchacha que pisa el botón para abrir la puerta. No la denigro porque empecé así, pero yo luché, estudié y trabajé duro. Ahora resulta que no vale nada”, agregó.

El motivo de la unificación es la imposibilidad de buena parte de las empresas públicas y privadas de aplicar el aumento a partir del 1 de septiembre, que obligó a los empleadores a achicar las diferencias salariales entre su personal, dijeron a Reuters cerca de una decena de representantes sindicales y trabajadores en varias partes del país.

Maestros, médicos y trabajadores de empresas estatales han protestado en las calles y bloqueado algunas vías, descontentos de ver, justo cuando el país vive su primera hiperinflación, cómo desaparecen las escalas de sueldos que discutieron por años con los patronos al firmar los convenios colectivas.

Si bien el salario mínimo se había mantenido muy bajo, equivalente a dos dólares por mes, trabajadores con trayectoria o alguna especialidad no esperaban que con el quinto ajuste salarial de Maduro en el año se igualarían de esa forma los sueldos.

Varias compañías de seguros, la mayoría privadas, pagaron a todos los trabajadores, independientemente del cargo, el salario mínimo, según tres fuentes consultadas.

“Se aplicó una tarifa plana por este mes y, dependiendo de las condiciones, se fijarían diferencias entre salarios en octubre o noviembre”, apuntó una de las fuentes.

En los bancos privados las escalas salariales se aplanaron para enfrentar el costoso ajuste salarial, explicó el presidente de la federación de sindicatos de ese sector, Carlos Rivas. Un cajero gana casi el sueldo mínimo y en algunos casos hay diferencias de un 5 por ciento entre un cargo y otro, apuntó.

En las oficinas públicas y bajo las nuevas escalas que diseñó el Gobierno, un trabajador con 25 años de carrera y estudios especializados recibe un sueldo que no duplica el salario mínimo, explicó Alberto Maldonado, representante sindical en el fronterizo estado Táchira.

“Ahora estamos peor (…) porque antes nos pagaban por años de servicio y por especialidad y ahora en un hospital todos cobran igual, desde el que limpia los pasillos hasta el que salva vidas”, dijo Carolina Araujo, una enfermera de 48 años con dos décadas de servicio, cuando protestaba esta semana frente al Ministerio del Trabajo en la ciudad occidental de Maracaibo.

En la Universidad de Los Andes, el profesor con doctorado George Moret, dijo que tras dictar clases por 26 años ahora gana un 20 por ciento más que los docentes sin experiencia.

Algunos comerciantes y empresarios dijeron no poder cubrir el nuevo salario mínimo y negociaron con sus empleados pagos fraccionados, mientras miles de personas, muchos pensionados y jubilados, se agolparon en las agencias bancarias para recibir ayudas que el Gobierno de Maduro ofreció entregar por los primeros 90 días de la medida.

“Antes ganábamos mucho menos que lo que fue decretado como sueldo mínimo (…) Yo tenía bastante temor de quedarme sin trabajo pero los dueños de la compañía hacen un esfuerzo para pagarnos”, dijo Juan Pereira, vigilante de una empresa privada que presta servicios en un centro comercial de Valencia.

A la espera

En los días previos al aumento, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, advirtió sobre una nueva estructura de sueldos.

“Como viene un salario básico base (…) quiere decir que la tabla de salarios no va a ser la misma”, apuntó el general en declaraciones difundidas en un video. Abrió la posibilidad de que serían más pequeñas las diferencias de ingresos entre soldados y altos oficiales de las Fuerzas Armadas.

En la vital estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) los empleados aún aguardan su nuevo sueldo, temerosos de correr con la misma suerte de los funcionarios del ministerio del área, que pasaron a recibir el salario mínimo más bonificaciones por años de labores, según trabajadores de ambas instituciones.

“Hasta ahora hemos cobrado nada más que bonos y no nos han dicho en cuánto va a quedar el salario”, dijo José Bodas, secretario general de la federación de trabajadores petroleros, Futpv, aludiendo a ayudas que ordenó pagar Maduro a trabajadores públicos que suman unos 1.400 bolívares en los primeros 15 días.

“Hoy los trabajadores petroleros, los asalariados en Venezuela, tienen un salario de hambre, de semiesclavitud”, aseguró.

La angustia de muchos consultados es tener poco margen de maniobra para enfrentar una inflación que el Congreso calcula en 200.000 por ciento hasta agosto y correr el riesgo de perder el empleo una vez que grandes empresas optan por recortar operaciones en un contexto de cinco años de recesión económica.

El personal obrero del Banco Central de Venezuela (BCV) envió una carta al presidente del ente emisor manifestando su molestia con los nuevos salarios que dejaron de regirse por su propia convención colectiva.

“El sistema que se pretende aplicar es incoherente, desmejora al trabajador activo y jubilado y viola las leyes vigentes”, dice el texto que respaldaron jubilados del BCV.

Por Corina Pons y Mircely Guanipa/Reuters

VÍA LA PATILLA.

 

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