En teoría, según el argumento del régimen chavista-madurista, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) tiene poderes ilimitados. Incluso por encima del mismísimo presidente, quien hace casi un año se subordinó a ella. De ser así, Diosdado Cabello, que ahora preside la ANC, es hoy más poderoso que Nicolás Maduro. Pero la realidad es bien distinta. El poder en Venezuela lo tiene quien posea el respaldo del Alto Mando militar y el control de los cuerpos de represión. Esos los tiene Maduro. No obstante, la ANC es una ficción que puede perturbar, y mucho, al poder real. Pero en las dictaduras siempre hay un solo dictador, no dos. De lo contrario uno eliminará al otro. Así lo reseña alnavio.com

Por Pedro Benítez

Corría el año 2013, presidia la Asamblea Nacional (AN) venezolana (por entonces de mayoría chavista) Diosdado Cabello, que a su vez ya era vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En medio de una situación de mucha tensión política por los cuestionamientos que la oposición hacía a la validez de los resultados electorales de abril de ese año, según los cuales (en números del Consejo Nacional Electoral, CNE) Nicolás Maduro derrotó por estrecho margen al candidato de la unidad opositora, Henrique Capriles, Cabello organizó una golpiza por parte de la mayoría chavista en el Parlamento contra algunos de sus colegas opositores, en pleno salón de sesiones. El hecho fue de una violencia inusitada y transmitido por las cámaras de televisión.

Los parlamentarios que resultaron más afectados físicamente por la agresión, con visibles heridas sangrantes en los rostros, fueron María Corina Machado (en ese entonces la diputada más votada del país) y Julio Borges, dirigente del partido Primero Justicia.

Al lector no acostumbrado a la realidad política venezolana este recuento le puede sonar insólito e inverosímil. A los venezolanos que entonces lo vieron luego por distintos medios también. Nunca antes en la vida parlamentaria venezolana había ocurrido algo parecido, con excepción del “Asalto al Congreso” en 1848, un suceso sangriento que sólo recordaban los historiadores.

VÍA LA PATILLA.

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