Según la Acnur, Venezuela constituyó la cuarta nacionalidad con más solicitudes durante 2017, con 111.600 registros. Perú, Brasil y Estados Unidos se presentan como las principales alternativas receptoras, publica Crónica Uno.

Por Shaylim Castro @ShayC_

Las constantes amenazas de muerte hicieron que Andreína Meneses (nombre ficticio por seguridad) cambiara su formación en leyes, en Venezuela, por productos de limpieza, en España. Una invasión a su casa por parte de grupos paramilitares en 2012, historia que se repitió en su trabajo durante 2017, la arrinconaron para que metiera 25 años de vida en un par de maletas.

La primera parada la hizo en Medellín, Colombia, en octubre de 2017. Sin embargo, con la inseguridad y las drogas que corrían por la zona, se sintió en Caracas de nuevo, por lo que prefirió cambiar de continente y pisó suelo español en marzo de 2018 con una opción desesperada de último minuto: el asilo.

De acuerdo con el informe “Tendencias Globales, Desplazamiento Forzado en 2017“, elaborado por la Agencia de la ONU para los Refugiado (Acnur), Venezuela constituyó la cuarta nacionalidad con más solicitudes de asilo durante 2017, con 111.600 registros. Meneses apenas representa una gota en una mar de 4639 venezolanos que también han tomado esta medida en España, entre enero y mayo de este año.

El refugio es una carta que también se considera entre los nacionales como alternativa a la crisis económica, social y política que campea en el país.

La página de la Acnur sostiene que los solicitantes de asilo son individuos que han buscado protección internacional y cuya petición de refugio no se ha determinado, independientemente de cuándo haya sido introducida.

En este mismo orden de ideas, Julio Henríquez, coordinador internacional de Foro Penal y director de Refugee Freedom Program, en Estados Unidos, explicó que un refugiado es aquella persona que huye de su país de origen porque tiene miedo de ser perseguido, ya sea por razones políticas, de raza o religión; mientras que el asilo es el proceso de reconocimiento para ser refugiado.

Durante 2017, Meneses fue docente de inglés en una academia de cocina en la UD 5 de Caricuao, que trabajaba con la Alcaldía Mayor Caracas, dirigida para ese entonces por el opositor Antonio Ledezma, preso en ese momento. Las amenazas de muerte de otro grupo paramilitar aparecieron. Alegaron que la parroquia era “zona chavista” y causaron destrozos en las instalaciones. Para la joven, los chantajes recibidos por quienes invadieron su casa eran suficientes y decidió dejar su trabajo. A los dos meses, la academia cerró por seguridad.

Cuando logramos que el grupo desalojara nuestra casa, tuve que cambiar mi rutina. Mudarme a vivir con mi mamá, dejar de ver a mi papá. Cuando ocurren luego las amenazas en mi trabajo, no lo soporté. Tengo fotos de ambos casos. Me asesoré con un abogado español y me explicó que mi caso no entra como asilo político, pero hay una figura dentro de la ley española que se llama ‘protección subsidiaria’, que aplica a personas que huyen porque temen por su vida, ya sea por un ente gubernamental o por algún otro y que el Estado no te brinde esa protección”, comentó la muchacha desde Orense, el pueblo español donde reside.

La Acnur indica que, para los solicitantes de refugio, la situación puede ser tan “peligrosa e intolerable” que cruzan las fronteras nacionales en los países vecinos, para ser reconocidos internacionalmente como refugiados con acceso a la asistencia de los Estados, del Acnur y otras organizaciones pertinentes. “Para ellos es demasiado peligroso volver a su lugar de origen y por tanto necesitan asilo en otro lugar”.

En el artículo 14 de la Declaración de los Derechos Humanos se establece el derecho a buscar asilo y disfrutar de él. No obstante, tanto la Acnur como Ligia Bolívar, investigadora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, aclaran que cada país tiene la potestad de conceder asilo a aquellas personas que cumplan con las exigencias y estas varían de un Estado a otro.

VÍA LA PATILLA.

Loading...