La verdad es que China y Rusia ya le han propinado un portazo en la cara al régimen de Nicolás Maduro. La cooperación “política” entre ambas potencias para con Venezuela sigue viva, pero la cooperación económica empieza a mostrar síntomas de profundo agotamiento. Con Petróleos de Venezuela a punto de cierre técnico, no hay quien se atreva a prestar un dólar más al régimen para financiar un sistema absolutamente fracasado. Tres importantes eventos en los cuales están involucrados funcionarios chinos y rusos dan cuenta de que, por ahora, ya no habrá más dinero fresco para sostener lo insostenible. 

El cuadro político, a grandes rasgos, es este: la elección de Nicolás Maduro en mayo de este año no es reconocida ni dentro ni fuera de Venezuela. Un sector de la oposición apuesta por una invasión que jamás llegará, y el otro sector insiste en presionar para que sean celebradas elecciones libres y con garantías. La comunidad internacional no actuará hasta que la disidencia ponga en marcha un plan unitario, llámese como se llame, tal como lo ha expresado Francisco Santos, embajador de Colombia en Estados Unidos.

Pero lo cierto es que afuera -más allá de la diplomacia del micrófono- la intención es continuar la asfixia a Maduro mediante sanciones y condenas con el fin ulterior de c0ncertar un proceso electoral limpio y supervisado. Es esto lo que han comentado funcionarios norteamericanos a ciertos dirigentes opositores en conversaciones telefónicas. Pero en las condiciones generales de la disidencia -división, apatía y quiebre de la mayoría de las estructuras partidistas- ya hay quienes apuestan que bajo un escenario de tal magnitud,  la victoria sería otra vez del madurismo o del chavismo, según sea el candidato oficial.

De allí que urge en la oposición una postura sólida y acordada que permita preparación suficiente ante cualquier escenario, con la respectiva renovación del liderazgo a través de elecciones de base, tal como reza el acuerdo rubricado por todos los partidos -todos- en julio del año pasado. Y esa palabra no fue cumplida.

El cuadro económico es igual, o peor. Ya no valen las cifras. La magnitud del desastre hay que describirla con una sola palabra: hecatombe. La migración hace rato pasó a ser un tema de preocupación regional. La hiperinflación promete seguir con renovadas fuerzas en 2019. Petróleos de Venezuela se encuentra a punto de cierre técnico. El director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía, Fatih Birol, dijo este martes que la producción de crudo de Venezuela estaba en “caída libre” y que pronto podría disminuir bajo 1 millón de barriles por día, según Reuters. Lo anterior, técnicamente, es un cierre técnico, pues Venezuela ya ha contraído compromisos con China por más de 400 mil barriles diarios, sin contar el consumo interno y los envíos a islas del Caribe.

Hace poco, en vista de las circunstancias, Maduro acudió de nuevo a China para solicitar un financiamiento por USD 5 mil millones. El compromiso era recuperar la producción de Pdvsa. Un millón de barriles adicionales serán para China, dijo el presidente. Pero la gallina de los huevos de oro negro sigue agotándose. Hay señales de China muy claras para el régimen de Maduro. La visita de unos asesores de ese país a Venezuela para cooperar en el área económica, dejó a un ministro en ridículo cuando preguntó por controles, y le contestaron con libre empresa.

Y la otra señal vino de Rusia. Un trabajo especial de la periodista Fabiola Zerpa para la agencia Bloomberg, reveló que la respuesta de los funcionarios rusos para Maduro fue de más asesoría, pero nada más. Nunca dinero fresco.

De manera tal que los portazos en la cara para Maduro se acumulan. En esto es un experto el presidente. Resta y divide apoyos, por lo que en contrapartida, suma y multiplica rechazos. Mientras tanto ahí va la crisis, sin que nadie en la oposición se ponga de acuerdo en una estrategia única para resolver lo que ningún país del mundo le va a resolver a los venezolanos.

 

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